Hoy amanece tempranito el día y, sin muchas ganas de estudiar, empiezo a leer este tesoro que llegó ayer a mis manos. Ya conocía el título y a Mar Romera. La conocí hace unos años en un Congreso y me impactó. Empecé a seguirla e incluso he llegado a usar alguna de sus metáforas para animar a un claustro a trabajar en un proyecto común. Todo un lujo lo que conseguimos.
Pero hoy ya todo es diferente. Ahora veo las cosas con doble perspectiva: madre y maestra. No es nada fácil. Hoy, después de dedicar horas a devorar y disfrutar cada página de esta joya, me planteo muchas cosas sobre la escuela que quiero. La escuela en la que quiero trabajar, la escuela que quiero para mi hijo. Y todo esto con unas oposiciones a la vista. ¡Tremendo choque de pensamientos, sentimientos y emociones!
Cada línea me ha emocionado, la he sentido y con alguna ha caído alguna lágrima. Docentes, no dejemos de aprender nunca, no dejemos de emocionar cada día a nuestros tesoros, no dejemos de sorprenderlos y dejarlos ser.
Hoy he sentido la necesidad de plasmar la foto con un fondo de corazones diversos, cada uno de su color, decorado de una forma diferente, con sus peculiaridades y diferencias, pero todos corazones.
En el camino de las oposiciones, que no nos definen como docente, te planteas tantas cosas, y quizás de las palabras más escuchadas es la innovar, pero hoy innovar parece que está a golpe de móvil, en internet está todo, y, sin embargo nos olvidamos de las dos partes fundamentales de la innovación, como dice Mar en su libro:
“Innovar viene de la mano del maestro y de la maestra, está en la persona, en el ser, no en el saber”, “La escuela innovadora del siglo XXI es la que es capaz de mirar con ojos de niño”.
La escuela que quiero es la de la ilusión, la sorpresa y las sonrisas. La de encontrarnos, compartir y descubrir juntos. La de jugar, ser y sentir.
¿Qué escuela quieres tú?
Ojalá mi hijo tenga la oportunidad de tener una maestra como María (en el libro la respuesta).
¡Saludos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario